No hay razón para temerle a la muerte. El mismo Dios que está aquí está detrás de la tumba. El miedo a la muerte procede como cualquier otro miedo de temer a lo desconocido. El temor a la muerte procede de mucho tiempo atrás cuando se utilizó para disciplinar a la gente y hacer que se portara bien. Esto es sin embargo una acción errada ya que el bien no emana nunca del mal y por tanto el miedo no es constructivo.
Pero lo cierto es que la muerte no existe. Cuando la persona desencarna lo único que ocurre es que pasa de un estado de vida a otro estado de vida diferente, deja su cuerpo físico para pasar a otro plano. La persona se duerme aquí para despertarse en el otro lado sin su cuerpo físico pero con el conocimiento de que en realidad no murió. Lo que llamamos muerte en la mayoría de los casos es más fácil que nacer.
Para comprender mejor el proceso del tránsito llamado muerte lo haremos considerando que además del cuerpo físico tenemos un cuerpo más sutil que está formado de éter y al que llamamos cuerpo etérico. El cuerpo etérico es el molde del cuerpo físico, es decir que es exacto o la contraparte del cuerpo físico, un poco más grande que él y que lo interpenetra.
Cuando estamos despiertos estos dos cuerpos se interpenetran pero al dormirnos la mayor parte del cuerpo etérico se despega del físico y este despegue es lo que constituye el sueño. Lo mismo ocurre cuando quedamos inconscientes por un anestésico o porque nos damos un golpe en la cabeza o bien en los estados de coma.
Todas estas condiciones tienen en común que una mayor o menor parte del cuerpo etérico se despega del físico llevándose consigo la conciencia.
El cuerpo etérico es el asiento de todos nuestros pensamientos y sentimientos y constituye la personalidad humana. Es por esto que la personalidad sobrevive a la muerte porque reside en el etérico que pasa intacto al otro lado y no en el físico que se descompone tan pronto se le deja solo.
En el cuerpo físico no hay ninguna sensación. Cuando sentimos dolor en realidad éste corresponde a la contraparte etérica. Es esto lo que hace posible que la anestesia sirve para lo que se la usa. Cuando se suministra anestesia el etérico es sacado por lo que no se experimenta ninguna sensación corporal.
Cuando el cuerpo etérico se separa del cuerpo físico permanece ligado a éste por medio de un ligamento etérico denominado cordón de plata que es de color azulado y tan elástico que el cuerpo etérico puede alejarse una gran distancia y permanecer conectado con el cuerpo físico.
En gente poco desarrollada el etérico se aleja apenas dos metros del cuerpo físico pero en personas con algún grado de entrenamiento mental o que se encuentren desarrolladas espiritualmente el etérico puede pasar al siguiente plano y aún más.
La diferencia entre el sueño normal, la anestesia o los diferentes tipos de trance se encuentra en cuánto se separa el etérico del físico.
¿Qué es pues la muerte?
La muerte es lo que ocurre cuando se rompe el cordón de plata. Mientras el cordón de plata se mantenga intacto aunque no estemos conscientes nos mantendremos vivos pero una vez que se rompe morimos. Una vez roto el cordón de plata la comunicación con el cuerpo físico se rompe y cesa nuestra vida en el plano terrenal.
¿Qué le pasa a la persona cuando muere?
Cae en un estado de inconsciencia total que podrá durar desde días hasta semanas. Durante este tiempo el etérico pasará al siguiente plano y estará en el mundo que sigue. A su debido tiempo se despertará al igual que si despertara de un sueño y comenzará una nueva vida.
En el instante antes de la muerte toda la vida pasada se desenvuelve ante la mente como si se estuviera proyectando una película. La velocidad de proyección es tan rápida que pasa en fracciones de segundo aunque la mente ve cada uno de los detalles con claridad. Es posible estar tan cerca de la muerte que esto ocurra y después regresar y seguir viviendo. Esto ocurre en casos de estar a punto de morir ahogados o por asfixia.
La ubicación del más allá
El más allá no está ubicado ni arriba en el cielo ni bajo la tierra. El más allá está a nuestro alrededor. Los difuntos están desenvolviendo sus vidas aquí donde estamos ahora pero lo están haciendo en su mundo y a su manera. La razón de que no los veamos o no choquemos con ellos es la misma razón de porqué un programa de radio no interfiere con otro y es porque están en diferentes longitudes de onda. Hay diferentes planos etéricos cada uno menos denso que el anterior y así hasta el infinito interpenetrándose los unos con los otros y de manera que las actividades de un plano no interfieren con las de otro plano.
Hay una gran diferencia de densidad entre un plano y el que le sigue de manera que en condiciones normales no existe tránsito entre ellos.
Al despertarse en el siguiente plano, el difunto, encuentra aspectos que le son conocidos pero también encuentra ciertas diferencias. Si ha estado muy enfermo o era un anciano se sorprenderá al sentir un gran bienestar y juventud. Esto es así porque al haber dejado en el plano terrenal el cuerpo físico gastado éste ya no restringe la mente.
Cuatro dimensiones
Una de las diferencias principales entre el plano terrenal y el que le sigue es que allá hay cuatro dimensiones mientras que aquí sólo conocemos tres. Todos los objetos son allí cuatri-dimensionales de manera que llevará un tiempo acostumbrarse a ello. Esto implica una gran extensión de la experiencia y por tanto del interés. También hay nuevos colores y nuevos sonidos que en belleza superan con creces a los que tenemos aquí lo que nos puede dar una idea de la cantidad de experiencias nuevas que nos esperan una vez pasemos al más allá. Uno de los cambios más sorprendentes es que allí la lectura del pensamiento es la forma normal de comunicación, lo cual implica que no hay lugar a engaño. A todo el mundo se le ve tal como es y no hay espacio para la hipocresía, para lo que aquí llamamos guardar las apariencias.
En el otro lado no hay ancianos porque las condiciones que producen la ancianidad se deben únicamente a la descomposición del cuerpo físico lo que evita que su contraparte etérica opere eficientemente, así que una vez descartado el cuerpo físico después de la muerte la persona recupera el pleno uso de sus facultades (vista, oído, movimiento…) que cuando tenía el cuerpo físico habían disminuido.
Así que en el otro lado todo el mundo se ve joven. Por otra parte, los niños que pasan al otro lado sin haber alcanzado la madurez mental siguen creciendo hasta alcanzar la juventud.
En el siguiente plano existen muchos diferentes lugares al igual que aquí nos encontramos con diversidad de países o incluso lugares bien diferentes en una misma ciudad donde podemos encontrar desde los barrios más sencillos hasta la zona donde residen los más acaudalados. Allí sin embargo hay una mayor variedad de condiciones de vida.
¿Qué es lo que determina el lugar al cual iremos y la gente con la cual nos encontraremos?
Esto dependerá de nuestro estado de conciencia, es decir, iremos al lugar y nos encontraremos con la gente para la cual nos hemos preparado por nuestro pensar habitual y nuestro modo de vida. Gravitaremos hacia el lugar al que pertenecemos. A causa de nuestros años de pensar, hablar y actuar en el plano terrenal configuramos un carácter y una mente específica y esto conforma las condiciones con las que nos encontraremos al pasar al otro plano.
La muerte no ejerce ningún cambio en nosotros. Una vez pasados por el tránsito llamado muerte seguimos siendo los mismos, nuestro estado de conciencia es el mismo que cuando desencarnamos. Contamos con nuestra memoria y recordamos los eventos de la vida que acabamos de dejar tan bien o mejor que antes. Nuestras condiciones en el plano terrenal son resultado de nuestros pensamientos, sentimientos y forma de actuar y así mismo es en el siguiente plano que sucede a la muerte. Sin embargo hay una diferencia extremadamente importante y es que en el otro lado nuestros pensamientos son demostrados inmediatamente. Todo aquello que pensamos o sentimos los experimentamos inmediatamente como una condición externa lo que al principio provoca confusión.
En el otro lado, el éter luce tan sólido como a nosotros la materia física pero no tiene la misma inercia que la materia física y allí el éter se somete inmediatamente a la manipulación de nuestros pensamientos. Allí, pensamos y algo ocurre para corresponder a ese pensamiento lo cual al principio sorprende y atemoriza lo que causa que el fenómeno se multiplique y vaya de mal en peor hasta que somos capaces de controlar nuestro pensamiento. Así que bastará con ser cuidadosos con lo que pensamos pero esto no resulta siempre fácil ya que es difícil cambiar instantáneamente el hábito de pensamiento. Si durante nuestra estancia en el plano terrenal estábamos acostumbrados a abrigar pensamientos negativos (de miedo, crítica….) nos costará algo de tiempo sobreponernos a ellos cuando cambiemos de plano.
El plano siguiente no es el Cielo y aunque es un lugar con menos limitación que el plano terrenal sigue siendo limitado y capaz de discordia y decadencia. Los objetos en este plano se degeneran mucho más rápidamente y se reincorporan al éter inmediatamente, es decir, las formas etéricas descartadas se disuelven rápidamente.
Una vez que pasamos de plano no nos encontramos con Dios más de lo que lo hacemos en el plano terrenal. Dios está en todas partes pero al igual que aquí para establecer contacto con Él debemos hacerlo a través de la propia conciencia, de la oración o algún tratamiento espiritual.
En el otro mundo hay lugares muy desagradables pero no es a dónde va la persona promedio. En estos lugares se encuentra gente que ha sido malvada en la tierra y cuya mente ha sido dedicada al odio, engaño o sensualidad, gente cuya vida ha sido mala a propósito. Este es el lugar conocido con el nombre de infierno. No es un lugar de castigo vengativo y no dura para siempre sino tan solo hasta que el delincuente haya visto el error de su comportamiento y se haya reformado. Nadie manda a nadie a estos lugares sino que son el resultado de un estado de conciencia, el ambiente natural de un alma que se ha metido en esa situación al repetidamente escoger lo inferior prefiriéndolo a lo superior. El escape de estas condiciones ocurre automáticamente cuando el alma ha cambiado lo suficiente.
Una vez que se despierta en el otro mundo y se empieza a acostumbrar a las condiciones allí existentes se experimenta una sensación de bienestar físico y se lleva una vida muy interesante e instructiva. Allí el dinero no sirve para nada y solamente la riqueza mental y espiritual acumulada te pueden acompañar. Al ser el pensamiento demostrado inmediatamente no hay necesidad de comprar nada ya que lo que eres capaz de pensar con claridad eso tienes. La diferencia primordial en los dos mundos reside en que los resultados en el mundo físico vienen mucho más lentamente debido a la inercia de la materia física.
En el siguiente plano no hay nacimientos, ni matrimonios, ni vida familiar tal como nosotros la entendemos. En cuanto a si se volverán a ver a las personas con las cuales nos relacionamos aquí en la Tierra allí donde hay una fuerte liga emocional ya sea de odio o de amor es casi seguro que se dará una reunión, donde hay una fuerte liga de amor genuino casi seguro que también y donde es poco probable que se dé reunión es entre personas donde no hay un sentimiento particular. Por eso es importante eliminar cualquier sentimiento de odio por otra persona ya que en este caso es casi seguro que nos volveremos a encontrar con ella en el siguiente plano. Es, pues, crucial en estos casos perdonar a la otra persona y liberarla de nuestro pensamiento, no es que tengamos que gustar de ella pero sí desearle el bien.
Esto no significa que allí las familias se reúnen ya que las relaciones familiares son para este plano y no existen allá. Además podemos imaginarnos lo que significaría una familia allí si se tuvieran que reunir todos los parientes de todas las generaciones. Allí lo que ocurre es que a veces te encuentras con un miembro de tu familia en el plano terreno, por ejemplo tu madre pero que allí simplemente es una conocida que en tu vida en la tierra actuó el papel de madre. Las relaciones entre padres e hijos, hermanos y hermanas no son más que arreglos temporales para esta vida únicamente.
Más allá del siguiente plano hay otros y después de un cierto período de tiempo la gente se desarrolla mental y espiritualmente y se gradúa en este plano para pasar a otro. Después de la muerte el instinto es llevar el mismo tipo de vida por eso es que un desarrollo intelectual y sobre todo espiritual hacen una diferencia importante.
Allá no hay límite en cuanto a las oportunidades de estudio intelectual y logro y muchos de los problemas insolubles para nosotros aquí, allí con una poca dedicación tienen solución. Los estudios científicos tales como física, química, electricidad pueden ser altamente desarrollados porque la naturaleza de la vibración es mucho mejor entendida allá que aquí.
El hombre que menos se beneficia por el cambio al nuevo mundo es la persona de mentalidad materialista que no desarrolló ningún recurso mental ni espiritual mientras se encontraba en este plano. Si estuvo únicamente interesado en cosas materiales, como el comer, beber, el dinero, el éxito social, posesiones materiales se sentirá perdida en un lugar donde esto no significa nada. Y si la persona no se desarrolló mental ni espiritualmente pero llevó una vida limpia y decente lo único que pasará es que se aburrirá soberanamente hasta que sus facultades superiores se desarrollen con el tiempo.
Sensualidad y adicciones
La persona que vive exclusivamente para el cuerpo y que está dominado por éste, el sensualista, el drogadicto, el alcohólico…al pasar al siguiente plano se llevan consigo la adicción pero allí no hay cuerpo físico con el que satisfacer la adicción con lo cual la víctima es atormentada por el deseo pero es incapaz de satisfacerlo hasta que con el pasar del tiempo éstos al no ser atendidos se disuelven.
El duelo
Allí donde hay un fuerte sentimiento de duelo o donde los supervivientes quedan en circunstancias trágicas el difunto sufre agudamente. Los muertos son muy sensibles a nuestros pensamientos durante un tiempo considerable después de haber pasado al otro plano. Por eso son desaconsejables las excesivas muestras de pesar. Esto los entristece y les dificulta el paso a la nueva vida que comienzan.
Atados a la tierra
En un pequeño número de casos ocurre que después de desencarnar las personas se convierten en “atados a la tierra” quedándose en este plano por un lapso indefinido y estando imposibilitados para continuar debido a que sus emociones están tan apegadas a algo de este mundo que no pueden caer en el coma en el que se pasa al otro lado. Estos apegos pueden ser alguna persona, una propiedad, un crimen cometido. Al transcurrir el tiempo el efecto se disuelve y tarde o temprano pasa al otro plano pero en casos extremos puede ser bastante tiempo.
Nada debe tener tal agarre en nosotros que la pérdida de dicha cosa haga que el resto de nuestra vida pierda su sentido. Este es el verdadero entendimiento de la virtud del desapego, un inteligente interés en las cosas que tenemos mientras las tenemos con una completa disposición a seguir adelante con cosas nuevas cuando se precise. Si vivimos de esta manera no habrá posibilidad de que nos quedemos atados a la tierra.
Entierro y cremación
No hay nada de sagrado en un cadáver. No es más que una colección de materia física para la cual su anterior propietario ya no tiene uso y debería ser descartada de la manera más limpia posible. El difunto agotó una cierta cantidad de cuerpos físicos durante su vida ya que es bien sabido que cada cierto tiempo, unos siete años, se reemplazan todas las células y que el cuerpo que se entierra no es más que el último de ellos. La belleza de un cuerpo emana del alma y el alma junto con su belleza se ha salido y el cuerpo que queda no es más que un viejo vestido que ha sido descartado. El cuerpo del difunto, pues, debe ser enajenado y el método más apropiado es la cremación. El disponer de un cuerpo es un deber sólo de los vivos y el fuego limpio, purificador y respetuoso por lo que el cuerpo debería ser sometido a la cremación en un lapso de unos tres días.
En cuanto a las cenizas no deberían guardarse y también están fuera de lugar los monumentos en los cementerios. Esto es como si cuando descartamos un vestido viejo lo enterráramos y le pusiéramos encima un monumento. También deben evitarse las visitas al cementerio puesto que allí no se encuentra el difunto. Tampoco es aconsejable conservar las pertenencias del difunto y menos dejarlas tal y como quedaron cuando él murió. Las condiciones que pertenecen al pasado es mejor desmantelarlas y hacer espacio para el presente.
Si bien estas consideraciones son lo ideal, a veces, por respeto y consideración hacia otros miembros de la familia, que pueden tener otras ideas, sobre todo si son personas mayores, es mejor actuar ante ellos como mejor lo prefieran.
Suicidio
La autodestrucción consciente e intencional es un crimen que la naturaleza castiga severamente. Es negarse a hacerle frente a los problemas de la vida y esto es imposible hacerlo con éxito. Los que buscan esta manera de salirse de la encarnación no encuentran allí a sus amigos, andan solitarios e infelices y se encontrarán en un estado mental confuso, una especie de vago sueño. Al final tendrán que volver a enfrentar de nuevo el problema del que huyeron habiendo perdido tiempo y sufrido por gusto.
Comunicación con el más allá
Es mejor mantenerse alejado de las cuestiones psíquicas pero hay quien haciendo caso omiso está tratando siempre de mantener comunicación con el siguiente plano. Esto se convierte en un mecanismo de escape que puede ser tan desastroso como el alcohol o las drogas. Nuestro asunto es vivir aquí en este mundo mientras estemos aquí, encarar los problemas y tratar de resolverlos y vivir en el otro mundo cuando llegue el día.
Preparación para el viaje al otro mundo
La mejor manera de prepararse es vivir correctamente hoy. Lleva una vida limpia y honesta encarnando en tu conducto lo más alto que conozcas en el momento. Sé tan útil a otros como sea posible. Ayuda a otros en todas las maneras a tu alcance. Aprende la Verdad del Ser, aprende todo lo que puedas acerca de la naturaleza de Dios, lo que el hombre es y lo que la vida significa.
Este mundo es una escuela. No importa si eres rico o pobre, un rey o un pordiosero. Esto sólo son papeles que los hombres actúan en el teatro de la vida y lo realmente importante es cómo se actúa ese papel. Las dos lecciones supremas de esta escuela son la Omnipresencia de Dios y el poder del pensamiento.
Con este conocimiento debe ser posible ir por la vida y encarar la muerte con una mente equilibrada, estar habitualmente feliz, no apegarnos tanto a las cosas, personas, condiciones o sitios de manera que no podamos separarnos de ellas sin excesivo pesar. La actitud debería ser: cumplo con mi deber y lo hago con gozo, voy a vivir para siempre así que los eventos de hoy solamente tienen la importancia que les corresponde hoy, siempre el futuro será mejor porque estoy creciendo y progresando y porque soy un alma inmortal, yo soy el maestro de mi destino, recibo a lo desconocido con un saludo y sigo adelante. Con esta filosofía no hay nada que temer ni a la vida ni a la muerte `porque dios es Todo y Dios es el Bien.
Tomado de “Puntos y Aspectos de Dios” de Emmet Fox.
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