jueves, 14 de octubre de 2010

RECLAMA LO TUYO

De acuerdo a los pensamientos que abriguemos y a las cosas en las que creamos así será nuestra experiencia.

Detrás de todo problema o dificultad se encuentra la Verdad del Ser. Esto quiere decir que a pesar de las apariencias, tienes que creer que la Mente Divina ya ha subsanado la situación, que, en realidad, lo único que existe es Dios o el bien.

Si te diriges directamente a Dios mediante una sencilla oración afirmativa puedes sanar tu cuerpo, traer paz y armonía a tu vida, aumentar tus contactos sociales, y hacer de la prosperidad una realidad.

La persistencia en la oración es, en realidad, meramente una expresión de nuestra fe permanente en el amor y bondad de Dios, ya que mediante nuestra persistencia afirmamos nuestra creencia de que Dios sí responde a la oración.

Una de las maneras más seguras de traer el bien que deseamos a nuestras vidas es reclamándolo pero cuando reclamamos lo nuestro a Dios, no necesitamos experimentar ansiedad alguna en cuanto a los resultados concierne.

Para traer a nuestra vida lo que queramos tenemos que reclamar lo nuestro aunque a menudo reclamamos cosas negativas sin caer plenamente en la cuenta de ello. Cada vez que hablamos de “mi resfriado”, “mi jaqueca”, o “mi indigestión” estamos reclamando estas cosas.

Dios puede hacerlo casi todo. Hay algunas cosas que ni Dios puede hacer y para nosotros es realmente afortunado que así sea. Dios es un Dios de amor y gobierna por principio, y al ser así, no puede cambiar Su propia naturaleza. No puede hacer excepciones a la regla. No puede traer enfermedades, sufrimiento ni carencias.

Dios puede solucionar todos nuestros problemas. Puede sanar nuestros cuerpos y subsanar nuestras condiciones. Puede eliminar todo temor, duda y frustración. Puede traer el cielo aquí y ahora, no quebrantando la ley sino realizándola.

No hay otro poder que el de Dios. Dios es Amor, Dios es la fortaleza de mi corazón, Dios es mi fuerza y poder, y Él hace perfecto mi camino. Él me guía hacia la perfección.

Es el hombre quien acarrea sobre sí las cosas negativas a causa de su propio pensar equivocado, por sus odios, temores y resentimientos, ya que las condiciones externas tienen que corresponder a los pensamientos internos, trátese de un pensamiento individual o del pensamiento colectivo de una nación.

Todo no va a estar bien a menos que pienses correctamente. Claro que pensar correctamente entraña poner a Dios en todos tus asuntos.

La manera espiritual de hacer las cosas consiste en reconocer las condiciones que te rodean, pero en saber que éstas tan sólo son la imagen actual, lo que tu mentalidad está proyectando.

No difundas los chismes y la crítica. Estarás haciendo el “trabajo del diablo” cuandoquiera que uses estas armas y él siempre paga con la misma moneda.

No dejes que el cambio te llene de miedo. El cambio es el orden del Universo, ya que sin cambio no puede haber progreso. Cambio es justamente lo que necesita la mayoría de la gente porque le trae salud, armonía y prosperidad a aquéllos que se aferran a Dios con resolución.

No permitas que los problemas de otra gente influyan sobre tu fe en el poder y bondad de Dios.

No abrigues superstición alguna, ni grande ni pequeña. A menudo la gente hace un fetiche de un número, o de una fecha o de un recordatorio; o creen que ciertas cosas traen “mala suerte”. Todo esto es negar a Dios.

Constantemente estamos balanceando nuestros deseos externos con nuestros pensamientos y sentimientos negativos internos, teniendo como consecuencia que no demostramos las cosas que nos gustaría tener. Es sólo cuando liberas tu mente de estos sentimientos negativos que comenzarás a demostrar todo aquello que realmente deseas.

Lo que vemos es lo externo no es más que un reflejo de lo interno, porque nos rodeamos a nosotros mismos de nuestras propias creencias. Dicho de otra manera, manifestamos en general lo que seriamente pensamos y creemos.

Cuando en tu vida surja un problema o condición que indique un cambio, depende de Dios y cae en la cuenta de que no es tanto que una puerta se haya cerrado en un capítulo de tu vida, sino más bien que una puerta se ha abierto a cosas nuevas y más interesantes.

Demasiado a menudo en nuestras vidas permitimos que las cosas negativas se acumulen en los rincones de nuestra mente. Afrontamos los problemas obvios a medida que se van presentando, pero le permitimos a las pequeñas dificultades que se amontonen en las esquinas o quizás las empujamos al subconsciente y tratamos de olvidarnos de ellas.

El pensar negativamente sólo engendra más pensamientos negativos y simplemente seguimos produciendo más y más condiciones negativas.

Es sólo mediante una elevación de la conciencia que podrás comenzar a elevarte por encima de tus problemas.

Si queremos tener éxito en la vida, si queremos tener entendimiento espiritual e inspiración directa de parte del mismo Dios tenemos que practicar la Presencia de Dios.

Tu poder en la vida reposa en tu pensamiento.

Tu contacto con Dios depende del reconocimiento de tu identidad, el “YO SOY”. El YO SOY es todo lo que te arrogas en pensamiento. Si dices “yo estoy enfermo” habrás ordenado lo tuyo. Si dices “yo estoy bien” “yo soy unos con Dios” habrás ordenado lo tuyo.

Dios es universal “YO SOY LO QUE YO SOY” y tú como individuo, lo particularizas cuandoquiera que dices “YO SOY”. Cuando usas tu “YO SOY” en un sentido invertido o negativo, lo estarás usando contra ti mismo y traerás enfermedad, pobreza, controversia y miedo a tu vida. Cuando particularizas o individualizas el Poder Divino al usar constructivamente tu “YO SOY”, entonces recibirás salud, prosperidad y felicidad en abundancia, ya que te habrás identificado con Dios.

Tenemos que recordarnos a nosotros mismos que es Dios quien es nuestra Paz, y que tenemos que poner nuestra confianza en Él, en otras palabras, descansar en el Señor.

La oración más poderosa es sencillamente ver a Dios haciendo el trabajo, y regocijarse en ello. Esta es la mejor manera de todas de evitar la tensión y el poder de voluntad y, por tanto de obtener resultados.

La Enseñanza espiritual nos dice que las condiciones y las tendencias siempre se pueden cambiar mediante un cambio en nuestras propias convicciones. La Ley espiritual dice que nunca es demasiado tarde para arrepentirse, y que cuandoquiera que busquemos la ayuda de Dios, la encontraremos.

Insiste en la paz mental, salud y felicidad; estas cosas constituyen la voluntad de Dios para ti.

La mente carnal no es inteligente, es simplemente un compendio de hábitos negativos eliminándose a sí mismos.

Dios como causa es perfecto, se individualiza como hombre y el hombre, mediante el ejercicio de su libre albedrío, puede crear o pensar bien o mal.

Si el hombre abriga pensamientos de bien estará trabajando en armonía con la Ley divina, y el bien emanará de esto. Si abriga pensamientos de error, limita en su propia experiencia el mal y tiene que seguir experimentándolo en tanto que siga pensando en limitación.

El bien, que es la expresión de Dios es inmutable y eterno, mientras que los pensamientos errados, por más que causen dolor y sufrimiento por un rato, no tienen sustancia y, por tanto, pueden ser destruidos o hacer que cesen de existir.

Nuestro deber exige que trabajemos sobre nuestra conciencia hasta que produzcamos un entendimiento correcto, lo cual significará para nosotros el fin del pecado, de la enfermedad y de la muerte.

Si somos confrontados con una dificultad inesperada no llegaremos a ninguna parte combatiendo el error con error. En vez, tenemos que cambiar nuestros pensamientos quitándolos de la apariencia y llevándolos a la Presencia de Dios. La manera más rápida y segura consiste sencillamente en decirse “Sólo Dios existe”.

La voluntad de Dios será siempre algo bueno, gozoso e inspirador para todo ser humano, porque sabemos que Dios sólo desea estas cosas para sus hijos.

Cuanto más callada y dulcemente oremos, tanto mejores resultados obtendremos. Les causará una impresión más vívida y con toda seguridad la recordarán durante mucho más tiempo que si lo hubiera expresado de manera más formal.

Si tu corazón está realmente lleno de paz “nada podrá dañarte”. Pero, por supuesto, tu corazón tiene que estar lleno de paz, y para producir esto, tienes que desearlo más que nada. Esto querrá decir perdonar a todo el mundo y tener buena voluntad para con todos.

No podrás irradiar paz si primero no la tienes dentro de ti. No puedes irradiar nada desde afuera. Para irradiar la cualidad que sea, tienes que tener dicha cualidad dentro de ti.

Cuando tú trabajas con Dios, todo es posible.

Dios siempre trabaja contigo cuando le pides que lo haga, y cuando tienes fe de que lo está haciendo entonces tu oración no puede fallar. Es Dios quien está cambiando las cosas y no tú.

La serenidad es la manera de la vida espiritual. Más aún, es la clave de la felicidad.

Cuando has alcanzado la serenidad, serán extremadamente raras las veces en que sentirás excitación descontrolada, ira miedo. No sentirás melancolía. Por el contrario, estarás más feliz que nunca.

La vida consagrada es aquélla en la que pones a Dios y su Voluntad de primero, y es la puerta que te lleva al cielo, aquí y ahora.

A Dios no se le encuentra en algún lugar remoto, sino que está inmanente en su creación, y eso quiere decir que se le puede contactar aquí y ahora mismo.

Tu propio concepto de Dios podrá ser grande o pequeño pero cuanto más grande hagas a Dios, tanto mayor influencia tendrá en tu vida. Cuanto más veas a Dios en ti mismo, en tu prójimo y en tu entorno, tanto más tu vida reflejará paz, serenidad y júbilo.

Practica la Presencia de Dios en todo, y encontrarás que no sólo un bien cada vez mayor entrará a tu vida, sino que se volverá en fuente de inspiración y asistencia para con todos aquéllos con quienes te encuentres.

Es tu dieta mental lo que determina la clase de vida que vives. Debes abstenerte de pensamientos de miedo, ira, resentimiento, condenación y demás.

En nuestra vida espiritual a menudo aceptamos la apariencia como si fuera una realidad. Vemos enfermedades o carencias, y, juzgando por las apariencias llegamos a la conclusión de que estas cosas son reales. Pero la Biblia nos dice que no juzguemos por las apariencias sino que juzguemos con justo juicio. El justo juicio es el juicio que viene del recto pensar y el recto pensar no le da poder a nada excepto a Dios y por ende no puede producir más que el bien. De manera que cuando juzgamos rectamente sabemos que por más real que puedan parecer la enfermedad y la carestía no son más que apariencias, no son la verdad.

Las cosas negativas no tienen ninguna sustancia salvo por las que les das mediante tu apoyo mental. De modo que en tanto las aceptes, para ti serán muy reales y tendrás que sufrir con ellas hasta que hayas cambiado de pensar con respecto a ellas.

Somos lo que somos a causa de los pensamientos que habitualmente abrigamos, ya que éstos son el principio de la expresión o manifestación en nuestras vidas. Si escogemos pensar pensamientos Divinos, pensamientos positivos, constructivos y creativos, expresaremos salud, armonía y prosperidad en nuestra vida.

Cambia tus hábitos de pensamiento. Asegúrate de eliminar todo resentimiento, crítica y condenación de ti mismo y de otros.

Cuando continuamente abrigamos pensamientos de ira, miedo, resentimiento, celos, crítica y demás, eventualmente traemos estas cosas a la manifestación de una manera u otra. Eso quiere decir que encontrarás que te has rodeado de gente que refleja tu estado mental. Si quieres mejorar la clase de gente con la que andas, procura mantener una compañía mental con amor, júbilo, paz y armonía; y por encima de todo, constantemente ver el Cristo en la otra persona. Constantemente te sorprenderá encontrar que la gente con que te encuentras estará viviendo en consonancia con el nuevo estándar que has establecido para ti mismo.

Cuando reconocemos a Dios como la fuente de todo bien, y estamos dispuestos a confiar en Él, comenzamos a manifestar una condición saludable en nuestros cuerpos y asuntos externos. El nerviosismo y el temor se evaporan¸ y una vez más volvemos a experimentar un sentido de verdadero bienestar.

Si quieres demostrar paz mental, armonía, amistad y prosperidad, procura canalizar tu pensamiento en términos positivos y constructivos. Concéntrate en el bien que se encuentra por doquier. No pasará mucho tiempo antes de que las cosas negativas desaparezcan de tu vida, y el mundo en sí también te lucirá mucho mejor.

El Cristo duerme en cada uno de nosotros hasta que nos hagamos conscientes de que a Dios no se le encontrará en la lejanía, sino que mora dentro de nosotros.

Cuando los problemas de la vida te asedien, entonces será el momento propicio para que despiertes al Cristo en tu interior. Recuerda que Dios en ti es capaz de hacerle frente a la dificultad que sea, traer paz y armonía a cualquier situación.


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