Existe una sola realidad, el Amor. Podemos llamarle Dios, Gran Espíritu, Vida, Universo, campo de infinitas posibilidades...
Olvidamos nuestro origen hace millones de años, caímos entonces en la dualidad.
De ahí surgieron dos formas de percibir la Vida: desde el Amor y desde el miedo.
El Amor es nuestra única realidad, como hijos de Dios.
El miedo es una fabricación nuestra.
Podemos entonces decir que vivimos bajo dos parámetros: Amor y miedo, que se pueden traducir en Dios y ego.
El ego es una fabricación nuestra, no existe en realidad.
Somos seres inmortales, infinitos, eternos, somos seres de Amor y Paz.
Dentro de nosotros existen dos voces bien diferenciadas: la de Dios y la del ego.
Una voz es la unidad, la otra, es la separatividad; una expande, la otra separa. Una juzga, la otra acepta. Una es Vida, la otra es muerte. Una es Paz, la otra guerra.
Una es constructora, creativa. La otra es desctructora, competitiva.
Vivimos soñando, estamos dormidos. Nuestro sueño es de sufrimiento y dolor.
La voz de Dios, que es el Amor, nos dice: despierta, nunca te has ido.
Eres Amor, eres dicha, eres Paz, eres bendito, no hay que hacer nada, tan sólo "ser", manifestar tu inmensidad, tu grandeza, tu dicha, tu Amor, tu Paz....
Desde hace millones de años el ser humano está soñando un sueño de dolor y miedo, un sueño que no es real, que no existe, el cual ha dado poder absoluto. Ese sueño crea insatisfacción porque no nos pertenece, es una fabricación del ego.
Somos creadores. Dios nos hizo a su imagen y semejanza, somos, por tanto, creadores de Paz, Amor, Felicidad...
¿Con cuál de estos dos suelos queremos quedarnos? ¿con cuál de las dos voces? Tenemos capacidad de elección, ahí radica nuestro "libre albedrío".
El egp nunca satisfará nada porque el ego es cambiante, confuso, inseguro, comparativo...
El Amor, Dios, en cabio, es inmutable, siempre permanece, siempre "es".
Al creernos separados de Dios, empezamos a sufrir. Si cambiamos nuestra percepción del mundo, nuestro mundo cambiará.
El sistema de creencias del ego todavía pertenece a este mundo. Hay que empezar entonces por cambiar nuestra percepción interna, la de nuestro mundo particular.
Si Dios es Amor y está en todas partes, si nosotros vivimos en la gran mente de Dios, si somos sus hijos, si somos una unidad, ¿a qué estamos esperando?
No hay que hacer nada, sólo "ser" ese Amor, ser lo que en realidad somos; seres inocentes, seres de Amor, y empezar a percibir a Dios en todas partes, en la calle, en el trabajo, en casa...
Todos tenemos a Dios viviendo en nuestro corazón. Lo único que hay que hacer es sacar todas las barreras que pusimos y que nos apartan del Amor.
Dios está esperando que despertemos del absurdo sueño del ego que hemos creado ¿difícil? Al ego le encanta esta palabra. Fácil, es fácil. Siente que Dios, el Amor, la Vida, la Inocencia, siempre están a tu favor. Si acaso eres tú que te separaste de Él, no Él de ti.
Nunca te fusite, nunca te has ido. Tan sólo olvidaste quien eras, nada más.
Decide entonces, con todas tus fuerzas, regresar al lugar que te pertenece, al Cielo.
Decide entonces regresar al lugar qye es tuyo por naturaleza, el Amor.
Tú no tienes que establecer tu valía. Ti valía ya la estableció Dios, eres profundamente amado. Estás a salvo, eres profundamente bendecido.
Somos criaturas de Amor, dicha y Paz que viajan por la Eternidad.
Nuestro propósito aquí es despertar a esta única realidad y expandirla.
Hemos venido a "recordar", ¡nada más!
Nuestra mente es poderosa, tan poderosa como su Creador.
Vivimos en la gran mente de Dios y lo que creemos lo creamos y hacemos nuestra realidad.
Expandamos pues a todas las mentes, quienes somos en realidad, hijos del Amor, hijos de Dios. Somos "Uno".
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