Muchos son los peregrinos que circulan alrededor del Monte del Logro, desde cuya cima asciende el alma a la Presencia Espiritual inmortal... ¡y se convierte en el Poder Maestro del Universo! Durante el largo período en que la corriente de vida anda a tientas por la maleza al pie de la montaña, un Guía invisible camina a su lado, y la dulce luz de la Presencia y el Guía se funden para conformar un manto de protección alrededor del peregrino —así como también el ímpetu espiritual que agita al alma en dirección de un esfuerzo continuado y sostenido. Es el Fuego Sagrado de la Creación lo que ancla al neófito en la determinación de persistir en el ascenso y lo que repele los males del karma retornante, disipándolo mediante el Poder Trasmutador del Amor Divino.
No hay palabras que puedan describir el servicio, el altruismo y la constancia de los Hermanos que voluntariamente han renunciado a la feliz liberación de los Ámbitos Superiores para guiar a la humanidad en su viaje, hasta el momento en que todos y cada uno se paren en el pináculo de la Montaña Sagrada y vean a Dios cara a cara.
Por supuesto que también están los escaladores solitarios que rehusan tanto la asistencia de los guías como la oportunidad de servir a aquéllos en el Sendero que están por debajo de ellos; pero de estos no nos ocupamos. Nuestros esfuerzos se concentran en juntar a aquellos hijos e hijas del hombre que —haciendo caso omiso del costo individual— escogen unificar sus energías con las Nuestras, y apurar el día en que la última corriente de vida de esta evolución atraviese las místicas nubes en la cima de la montaña, y se pare radiante en la Presencia de su propia Divinidad.
No hay palabras que puedan describir el servicio, el altruismo y la constancia de los Hermanos que voluntariamente han renunciado a la feliz liberación de los Ámbitos Superiores para guiar a la humanidad en su viaje, hasta el momento en que todos y cada uno se paren en el pináculo de la Montaña Sagrada y vean a Dios cara a cara.
Por supuesto que también están los escaladores solitarios que rehusan tanto la asistencia de los guías como la oportunidad de servir a aquéllos en el Sendero que están por debajo de ellos; pero de estos no nos ocupamos. Nuestros esfuerzos se concentran en juntar a aquellos hijos e hijas del hombre que —haciendo caso omiso del costo individual— escogen unificar sus energías con las Nuestras, y apurar el día en que la última corriente de vida de esta evolución atraviese las místicas nubes en la cima de la montaña, y se pare radiante en la Presencia de su propia Divinidad.
El Primer Rayo
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