La Religión, el Arte y la Ciencia son los tres medios más importantes de educación humana y son una trinidad en una unidad que no puede separarse sin torcer el punto de vista de cualquier cosa que investiguemos. La verdadera Religión comprende a la vez la ciencia y el arte, porque enseña una vida hermosa en armonía con las leyes de la Naturaleza.
La verdadera Ciencia es artística y religiosa en el más elevado sentido, porque nos enseña a reverenciar y conformarnos con las leyes que gobiernan nuestro bienestar y explica porqué la vida religiosa conduce a la salud y a la belleza.
El verdadero Arte es tan educacional como la Ciencia y tan perfeccionador, en su influencia, como la Religión.
Nada, excepto esta enseñanza integral, podrá responder permanentemente a las necesidades humanas. Hubo un tiempo ya entre los griegos en el que Religión, Arte y Ciencia se enseñaban juntas en los Templos de Misterios. Pero se hizo necesario, para el mejor desenvolvimiento de cada una de ellas, el que se separaran durante algún tiempo.
La Religión reinó suprema en las llamadas “edades negras”, la Edad Media. Durante ese tiempo esclavizó a la Ciencia y al Arte, atándoles de pies y manos. Luego vino el período del Renacimiento y el Arte floreció en todos sus dominios. La Religión era muy fuerte todavía, y el Arte de prostituyó bien pronto, poniéndose al servicio de la Religión. Por último le llegó el tiempo a la Ciencia moderna, la que con mano de hierro ha subyugado a la Religión.
Fue en detrimento del mundo que la Religión oprimió a la Ciencia. Es muchísimo más desastroso el que la Ciencia esté matando a la Religión, porque ahora, hasta la Esperanza, puede desvanecerse ante el Materialismo y el Agnosticismo. (1)
Tal estado de cosas no puede continuar. Tiene que producirse la reacción. Si no fuera así, la Anarquía rendiría al Cosmos. Para prevenir tal calamidad, la Religión, la Ciencia y el Arte deben reunirse en una expresión más elevada de lo Bueno, lo Verdadero y lo Bello, que lo que había sido antes de su separación.
(1) Agnosticismo. Postura filosófica que considera inaccesible para el ser humano todo conocimiento de lo Divino.
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